16/10/11

Ya tenemos coche !!!


Nos levantamos temprano, desayunamos y a las 9 estábamos recogiendo nuestro coche de alquiler; un Jeep!!!, George flipaba, vaya cochazo estilo americano, y el maletero al final iba a tope.


Ponemos GPS dirección al parque nacional de Yosemite y de camino paramos en un almacén de estos super enormes tipo Carrefour y que tienen de todo, a aprovisionarnos para estos próximos tres días. Comida, bebida, y los sacos de dormir y las esterillas que usaremos más adelante, ah y lo más importante, la neverita de corcho que por 7 dólares nos será de mucha utilidad todo el viaje.

Por fin llegamos a Yosemite, le entregamos el pase anual y los pasaportes al ranger que está en la cabina, y adentro!, una vez llegamos al valle, no podemos creer lo que estamos viendo y eso que solo es el principio. Esto es de una belleza tal que no se puede explicar con palabras. Da igual la cantidad de fotos que veas, o lo que leas por internet, nada es comparable a estar aquí.


A las seis y media de la tarde ya se ha puesto el sol, y la visibilidad va disminuyendo cada vez más. Solo salimos a dar una vuelta, a ver qué nos topábamos y a familiarizarnos con “Yosemite Village”, vemos una cascada enorme y decidimos seguir las indicaciones de un letrero que nos lleva hacia ella. Cuando llegamos, la vista es increíble, a pesar de ser octubre y de que todavía no han comenzado las lluvias la cascada aún lleva agua (pensamos que ya estarían secas), nos hacemos unas fotos y de vuelta.


Pero ya comienza a anochecer y me doy cuenta que en la mochila no metí la linterna. Malo será ¡! Como decimos nosotros y conseguimos llegar hasta la civilización siguiendo los caminitos iluminados. Anda!, una pizzería!!!, pues mira que bien nos viene a estas horas.
Cenamos hasta reventar una de las mejores pizzas que comí nunca y salimos de allí a oscuras y sin ver nada de nada y nos vamos a buscar el coche, que en algún sitio lo dejamos pero a ver cómo llegamos sin luz. Primera aventura del día, que sepais que al día hacemos unas cuantas.

Os voy a contar la de ahora mismo: estamos en la tienda (es como una casita con vigas de madera y paredes y techo de lona, tiene dos camas y un calefactor), y George se va al coche a por el pack de aguas que compramos para traerlo a la tienda. Bueno, a la tienda exactamente no; os lo voy a explicar.
Cuando entras aquí, en el Curry Village (es como un pueblecito de tiendas de lona en medio del monte), tienes avisos por todos lados de que no se puede dejar nada en el coche, ni en la tienda que tenga olor; osea comida, bebida, utiles de aseo, ni siquiera que estén sin abrir, porque los osos vienen a menudo por aquí y lo detectan. De hecho te pueden destrozar el coche solo porque acaban de oler el papel de la chocolatina que te dejaste dentro.

Y para eso inventaron unas cajas metálicas fuera de cada tienda, que se supone son a prueba de osos (se abren y se cierran metiendo la mano en un cajetín y pulsando una palanca), entonces ahí es donde tienes que meter todo lo que el oso le pueda llamar la atención.
Que digo yo que sí, el champú estará a buen recaudo dentro de la caja metálica, pero yo?, que duermo dentro de una lona?
Pues George lleva una hora, dudando si ir a por las aguas al coche o dejarlas allí. Os podeis imaginar la conversación:
-          El oso detectará las aguas?
-          Pero si el agua no huele
-          Y si le pega un zarpazo al Jeep y lo destroza?
-          Pero si el agua no hueleeeeee

Toda esta preocupación después de decidir si se iba andando 200 metros a los baños a lavarse los dientes con el frío que hace aquí, o si se los lavaba dentro de la tienda y escupía fuera (pero con cabeza, no penseis que escupió fuera de nuestra tienda, no, el tío se tomó la molestia de ir dejando regalitos olorosos por las tiendas de los vecinos), este chico piensa en todo, jejej.

Esperemos que esta noche no nos coman los osos.