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19/10/11

Llegamos a Las Vegas - Lunes 17

Ver amanecer en el desierto es una de las cosas más bonitas que hay. Sobre todo porque a esas horas (6 de la mañana) todavía no hace tanto calor.

Y nos vamos a descubrir el Death Valley. Empezamos por Bad Water, 85,5 metros bajo el nivel del mar, uno de los puntos más bajos del planeta. Allí hay como un mar de sal, por el que caminas, y si escarvas un poquito, sale agua (salada por supuesto).

Siguiente punto: Devil’s Golf Course, más formaciones de sal. Si digo la verdad, aquello parecía como si acabaran de pasar el tractor, pero a lo bestia. Tal cual.

Natural Bridge y Artist Drive; un mosaico de colores en las rocas.


 Y después de que Douggy nos hiciese dar varias vueltas para entrar en Las Vegas (porque hay obras), por fín llegamos a la ciudad del pecado.
Primera impresión de George; que todo es de cartón-piedra. Mi primera impresión: luces, música, alcohol, dinero, y mucha gente por todos lados, pero en resumen diría que esto es como una gran mentira, o una gran ilusión creada para que la gente venga aquí como si fuera a otro planeta.

En 15 minutos pasamos de estar frente a la Torre Eiffel y el Arco del Triunfo, a ver el coliseo, o el David de Miguel Angel.

Sin duda lo que más me gustó de este primer día, fue el espectáculo de fuentes del Bellagio, este gran hotel –casino, que creo que es el más mítico sobre todo por salir en la película Ocean’s Eleven. Ver como el agua baila al ritmo de la música, en este escenario, es algo muy hermoso.

Es bestial lo que pasa aquí, estos americanos están locos, locos, locos.

18/10/11

De la nieve al desierto - Domingo 16:

Adios Yosemite!!, qué pena nos da dejar esto, porque sin duda alguna se merecía unos días más. Subimos al coche y le decimos a Douggy (así llamamos a nuestro GPS, la coña viene porque en el Starbucks el camarero en vez de anotar George, puso Doug en la bolsa), pues le decimos que ponga rumbo a Death Valley (el Valle de la Muerte).
Saliendo del parque, paramos a un chico que nos hizo señas. Nos pidió si lo podíamos llevar un poco más adelante, porque allí tenía su coche y había venido al parque caminando por el bosque, durante tres días. Entablamos conversación y resultó ser todo un personaje. El tipo en cuestión vive en Las Vegas y es uno de los arquitectos del hotel Wynn, uno de los mejores de Las Vegas. Además nos dijo que estuvo trabajando en Barcelona como arquitecto para algunos edificios de las Olimpiadas. Y que también trabajó con Ricardo Bofill. Todo un fenómeno, que nos contó varias anécdotas.
Al poco rato ya vemos la primera maravilla del camino: Olmstead Point; un mirador desde el que se observa una vista preciosa de 360º.
Lago Tenaya

Seguimos camino y llegamos al pueblo de Lee Vining, allí vamos a ver el Mono Lake, un lago en el que hay unas formaciones rocosas, que se llaman tufas.

De ahí llegamos a Mammoth Lakes, un pueblecito de alta montaña con estación de esquí. Aquello parecía más Suiza que Estados Unidos. Muy cerquita de ahí, nos desviamos hacia Devil’s Postpile, que son unas formaciones de roca basáltica muy curiosas. Es increíble lo que hace la naturaleza.

Y ya tomamos rumbo a nuestro destino, el camping de Death Valley. Se nos hace de noche y todavía no hemos llegado, de repente Douggy (nuestro GPS) nos avisa de que ya llegamos a destino, pero allí con las largas y todo, no había nada de nada, solo carretera y desierto. Avanzamos unas cuantas millas más, pero nada, y decidimos dar vuelta y buscarlo por nuestra cuenta. Imaginaos, noche cerrada, en mitad del desierto, el depósito de gasolina por lamitad y no sabíamos cuánto desierto nos quedaba por delante, y de repente vimos una luz de un coche a la derecha, allí estaba el camping.
Es un poco difícil acampar sobre piedras y más piedras y más polvo y procurar no tener demasiado tiempo las luces del coche encendidas porque aquello se llenaba de mariposas, mosquitos talla XXL y ….. cómo pican!
Montamos la tienda, sin piquetas, porque no había …..ones a clavarlas en la piedra. Y dejamos todo abierto por el calor que hacía.  Y a dormir, rodeados de sabe Dios qué tipo de bichos, entre ellos coyotes que ya habíamos visto alguno atropellado en la carretera.
Esa noche vimos el cielo más estrellado que habíamos visto en nuestra vida. Mientras no salió la luna, aquello se convirtió en nuestro pasatiempo. Sencillamente espectacular.
Vaya día; pasamos de estar jugando con la nieve por la mañana, a dormir en el desierto con 30 grados a las 9 de la noche.
Anécdota:  en España es habitual que un coche tire de una caravana. Aquí son las caravanas tamaño autobús, las que tiran de los coches.