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17/10/11

Sabado 15 - Ruta de las cascadas

Después del tute de ayer, para hoy no nos quedaban muchas opciones, estos eran los puntos marcados: Vernal Fall (cascada), El Capitán (pedazo tocho roca que es un símbolo en este parque), y un puente muy bonito (Swinging Brigde) en medio del valle cruzando el río Merced.

Nuestra tienda, al lado de la puerta está la caja-antiosos

Nos levantamos tarde (8 am), pero nos damos el gustazo de tomar un café calentito. Comenzamos a andar hacia la Vernal Fall, cuando de repente el camino se hace más y más empinado, hasta el punto de tener que parar para descansar cada 50 metros porque aquello era imposible. Después de las cuestas empinadas, seguían unos escalones más empinados si cabe y hechos de rocas que había que ir sorteando, pero entre los árboles ya se divisaba la maravilla que nos esperaba.

De repente comenzamos a notar como si nos rociasen con un spray enorme!! Nos pusimos los chubasqueros, protegimos las mochilas y la cámara y seguimos hacia arriba, por unas escaleras al borde de la montaña, prohibido mirar hacia abajo!!.


Después de hacer varias paradas, a diferentes alturas de la cascada, seguimos ascendiendo hasta llegar a la cima de la cascada. Las vistas os podeis imaginar, de flipar en colores y nos quedaban más cosas…. Seguir subiendo para poder ver la Nevada Fall (otra cascada que está más arriba que esta), allí nos salimos del camino y paramos un ratillo para tomar algo de fruta viendo la cascada.



A todo esto, hay que tener en cuenta que después de subir, hay que bajar. Para bajar decidimos hacerlo por otra ruta para ver más cosas y evitar los escalones mojados tan empinados. Esta otra ruta, era más larga e igual de empinada. Consecuencia: ahora mismo me duelen partes de mi cuerpo que no sabía ni que estaban ahí.

Un total de cinco horas sin parar, pero sin duda un esfuerzo que merece la pena.

Ahora es cuando mi madre diría: “si te lo mandara yo, no lo hacías!!”
El Capitán

Sin duda, cada día que pasa lo que vemos nos gusta más, San Francisco fue impresionante, pero esto es otra historia. Aquí en Yosemite no dejas de escuchar “wow” a cada paso.

Ya a ultima hora y después de casi una semana de viaje, tocaba hacer la colada. Más sencillo de lo que me imaginaba. En una maquinita sacas el detergente y el suavizante. Y luego insertando monedas pones la lavadora en el programa que quieras, y una pantalla te indica los minutos de lavado. Luego la secadora funciona igual, por cada 25 centavos que eches, seca 10 minutos.

Mañana domingo, nos iremos de Yosemite muy temprano. Cruzaremos el paso Tioga que hace unos días estuvo cerrado por nieve y nuestro destino es hacia el este, concretamente el pueblo de Lee Vining y el Lago Mono.

Hasta mañana!!

Hasta el Glaciar - Viernes 14

Toca diana a las 6 de la mañana, y al final estamos listos para salir a las siete y cuarto. No sabemos bien por donde empezar, tenemos un plano del valle con algunos puntos marcados que nos gustaría visitar pero desconocemos las distancias y no podemos ir al centro de informacion porque abre a las nueve de la mañana.
Osea que decidimos comenzar por uno al azar, el Mirror Lake (lago espejo), la distancia unos cinco kilómetros de ida, comienza a amanecer todavía y por nuestro camino no nos encontramos con nadie excepto a montones de ardillas, es perfecto. Al ser un lago y estar en comienzos de otoño, no albergábamos muchas esperanzas de encontrar agua, pero precisamente la semana pasada nevó aquí y quizás por eso pudimos disfrutar de un Mirror Lake precioso.


Después de ahí, decidimos tomar otra ruta para volver y ésta precisamente nos llevó a las Happy Islands (islas felices), otra maravilla.

Todavía siendo menos de las doce de la mañana cogemos el coche de nuevo y tomamos dirección a la “capilla”, lo único que queda de un pueblecito que se asentó aquí en Yosemite y que parece como de cuento ahí sola en medio del bosque.





Siguiente parada: Bridaveil Fall (las cascadas del Velo de novia), a pesar de ser esta época del año, todavía llevaba bastante agua y pudimos subir hasta lo más alto para verla desde la base.




Después de pegarnos todas estas caminatas y ver tantas maravillas, nos cogemos el coche de nuevo y vamos hacia el sur, dentro del parque, ponemos rumbo a Wawona; aquí está el famoso hotel Wawona (solo para muy ricos) que parece sacado de “Lo que el viento se llevó” y donde cogemos un bus gratuíto que nos llevará hasta “Mariposa Grove”, o lo que es lo mismo un bosque de sequoias.



La verdad es que pensamos que ya habíamos visto sequoias aquí en el valle de Yosemite porque los pinos de aquí son talla XXL, es cierto, son enormes y al lado de una  sequoia no son mucho más pequeños. Las sequoias nos fascinan por varias cosas, primero su inmensidad, luego lo raras que son en su estructura , las raíces crecen solamente unos dos metros hacia abajo pero pueden abarcar hasta 50 metros en horizontal. Y lo más fascinante de todo es que se provocan incendios para asegurar la vida de las sequoias y su continuidad.
Este es el Grizzly Giant,  la sequoia más famosa del parque, una de sus ramas mide la friolera de 2 metros de diámetro y en la base hay un cartel que compara esta sequoia con un boeing 747, y la estatua de la libertad.


Y para finalizar el día, qué mejor que ver la puesta de sol en una panorámica del valle, desde un punto privilegiado: el mirador del Glacier Point, parece que todo el mundo pensó en lo mismo y allí se comenzaron a juntar fotógrafos de todos los países, lo cierto es que el momento lo merece, pero lo mejor es la paz que allí se respira, y comprobar como se podía oír a pesar de la gran distancia que había, el ruido de las cascadas al caer.

Mañana, la cima de una de esas cascadas será nuestro objetivo.

16/10/11

Ya tenemos coche !!!


Nos levantamos temprano, desayunamos y a las 9 estábamos recogiendo nuestro coche de alquiler; un Jeep!!!, George flipaba, vaya cochazo estilo americano, y el maletero al final iba a tope.


Ponemos GPS dirección al parque nacional de Yosemite y de camino paramos en un almacén de estos super enormes tipo Carrefour y que tienen de todo, a aprovisionarnos para estos próximos tres días. Comida, bebida, y los sacos de dormir y las esterillas que usaremos más adelante, ah y lo más importante, la neverita de corcho que por 7 dólares nos será de mucha utilidad todo el viaje.

Por fin llegamos a Yosemite, le entregamos el pase anual y los pasaportes al ranger que está en la cabina, y adentro!, una vez llegamos al valle, no podemos creer lo que estamos viendo y eso que solo es el principio. Esto es de una belleza tal que no se puede explicar con palabras. Da igual la cantidad de fotos que veas, o lo que leas por internet, nada es comparable a estar aquí.


A las seis y media de la tarde ya se ha puesto el sol, y la visibilidad va disminuyendo cada vez más. Solo salimos a dar una vuelta, a ver qué nos topábamos y a familiarizarnos con “Yosemite Village”, vemos una cascada enorme y decidimos seguir las indicaciones de un letrero que nos lleva hacia ella. Cuando llegamos, la vista es increíble, a pesar de ser octubre y de que todavía no han comenzado las lluvias la cascada aún lleva agua (pensamos que ya estarían secas), nos hacemos unas fotos y de vuelta.


Pero ya comienza a anochecer y me doy cuenta que en la mochila no metí la linterna. Malo será ¡! Como decimos nosotros y conseguimos llegar hasta la civilización siguiendo los caminitos iluminados. Anda!, una pizzería!!!, pues mira que bien nos viene a estas horas.
Cenamos hasta reventar una de las mejores pizzas que comí nunca y salimos de allí a oscuras y sin ver nada de nada y nos vamos a buscar el coche, que en algún sitio lo dejamos pero a ver cómo llegamos sin luz. Primera aventura del día, que sepais que al día hacemos unas cuantas.

Os voy a contar la de ahora mismo: estamos en la tienda (es como una casita con vigas de madera y paredes y techo de lona, tiene dos camas y un calefactor), y George se va al coche a por el pack de aguas que compramos para traerlo a la tienda. Bueno, a la tienda exactamente no; os lo voy a explicar.
Cuando entras aquí, en el Curry Village (es como un pueblecito de tiendas de lona en medio del monte), tienes avisos por todos lados de que no se puede dejar nada en el coche, ni en la tienda que tenga olor; osea comida, bebida, utiles de aseo, ni siquiera que estén sin abrir, porque los osos vienen a menudo por aquí y lo detectan. De hecho te pueden destrozar el coche solo porque acaban de oler el papel de la chocolatina que te dejaste dentro.

Y para eso inventaron unas cajas metálicas fuera de cada tienda, que se supone son a prueba de osos (se abren y se cierran metiendo la mano en un cajetín y pulsando una palanca), entonces ahí es donde tienes que meter todo lo que el oso le pueda llamar la atención.
Que digo yo que sí, el champú estará a buen recaudo dentro de la caja metálica, pero yo?, que duermo dentro de una lona?
Pues George lleva una hora, dudando si ir a por las aguas al coche o dejarlas allí. Os podeis imaginar la conversación:
-          El oso detectará las aguas?
-          Pero si el agua no huele
-          Y si le pega un zarpazo al Jeep y lo destroza?
-          Pero si el agua no hueleeeeee

Toda esta preocupación después de decidir si se iba andando 200 metros a los baños a lavarse los dientes con el frío que hace aquí, o si se los lavaba dentro de la tienda y escupía fuera (pero con cabeza, no penseis que escupió fuera de nuestra tienda, no, el tío se tomó la molestia de ir dejando regalitos olorosos por las tiendas de los vecinos), este chico piensa en todo, jejej.

Esperemos que esta noche no nos coman los osos.