30/10/11

28-29, ultimo día en Yanquilandia

Amanecemos en Morro Bay, pero por ser este el último día no será el menos completo. Con el sonido a nuestro lado de los leones marinos, vemos el enorme peñasco que parece ser el gran atractivo de este pequeño pueblecito costero.

De camino nos desviamos a Cambría, aunque visto lo visto no llegamos a parar. Parece de mentira. O nos hemos equivocado de sitio o esto lo han colocado así esta misma noche. Imaginaos una calle de unos doscientos metros de largo y a ambos lados de la calle, casas pequeñas de estilo más bien clásico, alguna parece sacada del lejano oeste y todas, y repido todas tienen en la entrada, o en la puerta delantera, colocados unos personajes, tipo muñecos. Alguno representa a un jugador de futbol americano, otro a un empleado de gasolinera, otro a algún monstruo tipo halloween, incluso vemos a una ama de casa con bata y rulos intentando cocinar en una sarten a un cuervo..... de lo más inverosímil.



En Piedras Blancas, también fuimos a ver a los leones marinos, pero el protagonista fue un amiguito de menor tamaño que nos persiguió buscando quizás algo que echarse a la boca.


De camino por esa tortuosa carretera de la costa, la famosa highway 1 (que en algunos tramos me asustó y no pensaba yo que era taaaan larga), nos cruzamos con un grupo de coches, que según parecía estaban en algún tipo de competición (por lo que corrían) y que parecían recien sacados de las 24 horas de Le Mans.





El Big Sur y el parque Julia Pfeifer nos parecieron de lo más chulo y gracias a cosas como estas, merece la pena recorrer esta sinuosa carretera.




Llegamos a comer a Carmel, donde me acabo de dar cuenta que no tengo ninguna foto, quizás porque tenía tanta hambre al llegar que no pensé en otra cosa. Nos fuimos a ver el Mission Ranch de Clint Eastwood, con la esperanza de ver por allí al que en su día fue alcalde de este pueblecito, pero nos quedamos con las ganas.

En Point Lobos hicimos una amplia paradita, con caminata incluída. Es un parque estatal, igual que el Julia Pfeifer, y la entrada cuesta 10 $, para estos parques no vale el pase de los parques nacionales, pero una vez que pagas en uno, puedes entrar en cualquier parque estatal ese mismo día.


En Monterrey vimos sus calles copia del Fisherman's Wharf de San Francisco y algún punto que me recordó a Candem en Londres.

Para hacer noche y estar cerca de nuestro destino (el aeropuerto de San Francisco), decidimos hacer noche en Santa Cruz. Allí paramos en un Travelodge, el segundo del viaje, y como muchos otros moteles de este tipo, regentado por indios (de la india), pero este se lleva la palma en borde y  maleducado. Eso sí, la habitación era casi tan grande como mi piso entero.....


Y amanece el día 29 en Santa Cruz, parece mentira que ya son las 7 de la mañana y al sol parece que le cuesta salir. Me apetece el desayuno continental de los moteles pero, anda!, en recepción no abren hasta las 8 y me quedo sin desayuno y sin poder entregar la llave de la habitación. No hay problema, siempre hay un Starbucks a mano. Un capuccino (la única bebida con café que más o menos se puede tragar, claro está después de espolvorearla con chocolate y cuatro sobrecitos de azúcar).
Ya tenemos todas las maletas recogidas, y qué sorpresa, en el coche de alquiler aparecen unos centavos de dólar que no son nuestros!!. Tenemos tiempo de sobra hasta nuestro viaje al aeropuerto, por lo que decidimos decirle a Douggy que nos dé una vuelta por San Francisco.
A George le hace mucha ilusión conducir el coche por el Golden Gate...... y allá nos vamos. Cruzamos, paramos en unos cuantos miradores (a los que en bici no fuimos porque la pendiente tenía lo suyo) y nos damos vuelta. Peeeeero, a la vuelta, osea a la entrada de nuevo en San Francisco por el puente, toca pagar, nada menos que 6 $.

San Francisco al fondo y Alcatraz a la izquierda


tráfico en el Golden Gate

No conformes con eso, nos vamos a alguna de las míticas calles empinadas de San Francisco, pero nuestro gozo en un pozo...., no podemos hacer esos saltitos que hacen los coches en las películas, yendo a toda velocidad por las cuestas, porque los múltiples semáforos, que curiosamente pillamos en todos en rojo, nos lo impiden.

Adiós San Francisco, adiós "iu es ei"